La ansiedad se puede manifestar de diferentes formas, según la capacidad del niño de entender y expresar emociones, y de reaccionar ante situaciones difíciles.
Síntomas Físicos. Ante situaciones estresantes como ir al colegio, los niños (sobretodo los más pequeños) pueden quejarse de dolores de cabeza, musculares o de estómago, palpitaciones, malestar general, o pueden empezar a hacerse pis o caca en la cama, aunque lleven mucho tiempo controlandolo.
Síntomas psíquicos. Suelen ser miedo, angustia, terror, intranquilidad interna, desasosiego, preocupación, quedarse con la mente en blanco o nerviosismo.
Alteraciones de sueño. Dificultad para conciliar el sueño, pesadillas, o despertarse varias veces durante la noche (acudiendo a la cama de sus padres).
Cambios en la actividad motora. Pueden presentar inquietud o hacer movimientos excesivos, como tocarse constantemente la cara o el pelo, cambiar de postura, morderse las uñas, no poder estar sentado, agitación, tics, o temblor de manos. en otros casos menos frecuentes pueden presentar inhibición: dificultad para hablar o moverse, y hasta bloqueo.
Cambios de humor. Llanto, enfados, rabietas o irritabilidad ante situaciones estresantes. También pueden aferrarse excesivamente a los padres.
Evitación de situaciones. Los niños con marcada ansiedad intentan evitar ir al colegio, estar con otros compañeros, separarse de los padres, hacer exámenes o ante ciertos estímulos, dependiendo del tipo de ansiedad.
Inatención, dudas, indecisión. Un niño excesivamente preocupado puede tener muchos despistes y dificultad para prestar atención o mantenerse concentrado. Puede darle muchas vueltas a las cosas que le preocupan o ser muy indeciso o tener inseguridad en sí mismo, buscando constantemente la aprobación externa. También puede preguntar constantemente si sus padres le quieren.
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