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Foto del escritorCentro Semilla

El amor que brindamos a nuestros hijos determina su amor adulto

El célebre escritor y divulgador científico Eduard Punset explica que los niños necesitan amor para desarrollarse y para crecer.

El amor es una de las emociones humanas más presentes en el día a día del ser humano. El cerebro humano se rige por el amor.

Somos criaturas sociales, nuestros neurotransmisores y nuestras estructuras neuronales se desarrollan en base a nuestras interacciones cotidianas con quienes nos rodean.

Necesitamos afecto para crecer, seguridad para desarrollarnos y la atención de unos padres que saben atender cuando el niño lo necesita.

El amor no es cualquier cosa. Se trata de un sentimiento poderoso capaz de potenciar lo mejor del ser humano en la vida.

Al contrario de lo que opinan los seguidores del método Estivill (enfoque conductista que recomendaba a los padres no atender el llanto del bebé durante la noche), el amor debe estar presente en cada aspecto de la vida humana, sobre todo durante los primeros años de vida.

Prácticas como el método Estivill van en contra de la propia naturaleza humana. ¿Por qué? porque reniegan de miles y miles de años de evolución del cerebro humano; el cual cuenta con el actual nivel de desarrollo gracias a su capacidad de amar y empatizar.


El amor nutre el cerebro

Existen varias teorías, métodos e ideas que promulgan que, para que un niño crezca mejor, más inteligente, más independiente, resolutivo, no debe ser atendido cada vez que llora cuando es bebé. De esta forma, supuestamente se le enseña a ser independiente y fuerte, con la creencia de que así, el día de mañana este bebé podrá tener una madurez emocional garantizada. Sin embargo, el instinto maternal nunca ha estado diseñado para actuar de tal forma. De hecho, el atender al llanto del bebé y a no separarse del mismo durante sus primeros años de vida es algo tanto natural como necesario.

El amor propicia el desarrollo cerebral del niño. El amor permite que el cerebro humano establezca conexiones favorables.

La atención en la infancia: clave de la salud mental

Eduard Punset en su libro titulado “El viaje al amor” (2007) y en sus entrevistas en el programa “Redes” explica que, educar con amor es educar en salud mental.

De esta forma se propicia un desarrollo sano, feliz y maduro en ese niño que, el día de mañana, será un adulto realizado, sin carencias, sin miedos, sin inseguridades.

Sue Gerhardt, conocida psicoterapeuta y fundadora del Oxford Parent Infant Project nos explica que hemos de ver la crianza desde el concepto del continuum.

Cuando el bebé llega al mundo su cerebro está inmaduro. Este apenas es solo un 30% de lo que puede llegar a ser. Es responsabilidad nuestra favorecer esa maduración a través de: alimento, seguridad y amor.

Si una madre se limita a cuidar de su bebé pero desatiende el mundo emocional, sus llantos o sus necesidades de seguridad con la idea de que “así madurará antes” o ”así será mejor persona”. En realidad, lo que hace es crear pequeños vacíos, huecos y rincones solitarios que dan forma al cerebro de un niño que puede convertirse en un adulto con problemas.


La proximidad y el apego en los primeros años de vida

Eduard Punset explica que es sumamente importante diferenciar: cerebro emocional, hipocampo, amígdala y cortisol. Este conocimiento nos resultará de gran utilidad.

¿Y qué tienen que ver todas estas dimensiones en el desarrollo del bebé? Mucho. Piensa por un momento lo que supone para un bebé llegar al mundo. En su cerebro solo existen el miedo y la necesidad de sentirse seguro y alimentado.

Un niño que está en su peso, que come a sus horas y que crece con normalidad, es un niño sano.

Pero ¿es feliz ese niño? Pongamos por caso que esos padres que se sienten orgullosos de su bebé pero no atienden su llanto por las noches. Estos padres evitan cogerlos en brazos, por la creencia de que este gesto puede malcriarlos o hacerlos débiles.


En el cerebro de ese bebé ocurren muchas cosas:

La primera es que habrá aprendido que llorar no le sirve de mucho.

La segunda, es que al no sentirse seguro, al dejar que el miedo sea ese habitante persistente en su cerebro, tendrá un alto nivel de estrés. Recordemos que la amígdala estimula la producción de cortisol, la hormona del estrés.

Cualquier carencia emocional sufrida deja una impronta en ese cerebro infantil determinando al adulto que será el día de mañana.

Es necesario educar con amor y promover el apego y el acercamiento durante sus dos primeros años de vida. Solo así se podrá garantizar el desarrollo de la fortaleza y un bienestar emocional apropiado en los niños. A su vez, esto ayudará a que se activen los mecanismos neuronales necesarios para que crezca con una buena autoestima y suficiente amor propio como para poder establecer vínculos y relaciones afectivas saludables con otros.

Por lo tanto, se recomienda a toda madre expresar su cariño a través del contacto físico para brindarle al bebé amor y seguridad. Esto le garantizará un desarrollo saludable.



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